jueves, 23 de diciembre de 2010

Retorno y encuentro con la poesía marina



Después de buen tiempo vuelvo a los avatares de la poesía y de la crítica. La he dejado como una novia abandonada o tal vez ella me está ignorando.

Con “Ida y Retorno al Mar”, se comprueba una vez más que la poesía no es pasajera ni transeúnte ni mucho menos fugaz, sino que perdura en el tiempo y el espacio. Es trascendente, su naturaleza.

“Ida y retorno al Mar”, tiene un fondo filosófico, metafórico. Sigue la línea de Spelucín, Wilfredo Torres, Alva Herrera, Paredes Carbonell, en nuestra tradición literaria liberteña. Sin embargo, por sus temáticas se diferencia sustancialmente, porque por más que el referente sea el mar, hay varias formas de reflexionar y entender la vida o modificarla, primero con la palabra y luego con nuestro actuar.

Temáticamente, el poemario, plantea un tránsito entre la vida y la muerte, pero no una muerte trágica como lo plantea Manrique en “Coplas a la Muerte…”, sino como un fenómeno natural propio del desarrollo humano. Por tanto, no hay que aterrorizarse por ella porque “LA MUERTE, padre, madre, hermanos,/ no es cosa que preocupe, / no es como lo pintan en los cuentos” (de “Una antigua amistad sincera”, pág. 37).

Al vate también le preocupa el tema de la SOLIDARIDAD- valor que en nuestra época es inexistente- la comprensión humana: “…Uno quisiera buscar a todos/ y a todos besarles la frente con amor,/ verles siquiera un poquito sonreír…” (de “Se detuvo un peregrino”, pág. 31). Se concatena con los deseos del vate hacia la construcción de una sociedad equitativa, de apertura desde el ámbito personal al social, porque el cambio siempre debe empezar por uno y luego a nivel social: “Cuando quieras volver/ mi barca está en el puerto/ mi corazón espera, / mi corazón está abierto” (de “Poema de los deseos”, pág. 48). Es interesante resaltar el tiempo presente en la que enfatiza que la apertura y comprensión es latente y no pasajera.

El tema de la madre, se muestra en la lejanía, en la ausencia corporal, pero de una presencia espiritual. Una madre que no está muerta sino que sólo debe estar dormida porque la muerte no es cruel, sino una compañera, como nos dice el vate.

En el discurrir del poemario, nos encontramos con una sutil protesta del vate contra la situación social deshumanizante, propia de nuestros tiempos, en donde enfatiza que: “…desde que la ración de pan/ ha disminuido más de la mitad,/ desde que la leche ya no alcanza para los niños,/ mientras que en Nueva York/ aún continúan arrojándola a los ríos…”. (de “ Carta del tiempo”, pág. 47). Como la poesía del 70 es de protesta, en gran parte, el vate no huye de este contexto, más bien lo enfrenta denunciando sutilmente a los países que lo tienen todo, que violan los derechos humanos y que además no les interesa apoyar a los países subdesarrollados, sino que su interés es volverlos más dependientes. En esta misma línea se inscribe la crueldad de los hombres por aniquilar a los demás, solo por querer dominar o tener el poder: “¡Qué hombres nuestros hombres!/ y que altura alcanzan sus pechos sublevados:/ luchas,/ batallas/ golpes,/ todo, dentro y fuera del amor” (de ¡Hey hombre!, pág. 98).

Es así como discurre temáticas múltiples y actuales dentro de este mar de palabras y enfoques que traspasan el tiempo. Es una construcción desde una perspectiva personal hacia lo social. El tiempo presente muestra la constancia y latencia del padecimiento del hombre en todas las latitudes.

Referente al lenguaje, a parte de ser metafórico, es ágil y ameno, no cae demasiado en lo prosaico como la poesía del 70 al 80; tampoco cae en el extremismo de poesía pura y social, sino más bien de una sutil armonía: amor y problemática social o amor y sensibilidad social, porque un poeta –como dice Octavio Paz- no está alejado de la historia más bien se alimenta de ella o cumpliendo la sentencia de Sábato en que el escritor o poeta debe ser un testigo insobornable de su época.

Después de este transitar poético hemos quedado complacidos de una poesía muy sensible que nos conmueve psíquica y espiritualmente.