miércoles, 11 de marzo de 2009









PROPUESTA DE LECTURA DESDE LA LINGÜÍSTICA TEXTUAL


Hugo González Aguilar
Docente de la U. Autónoma del Perú


Introducción

La lectura es un instrumento para el conocimiento y la actualización dentro de la era del conocimiento. Esta ha sido estudiada desde diversas teorías. También ha estado basada en el desarrollo del lenguaje y de la lingüística.
Dentro de las corrientes lingüísticas tiene su tradición desde el formalismo, el estructuralismo con su impulsor Todorov, el generativismo y la lingüística textual que es la que trataremos en el presente estudio. También ha sido estudiada desde las corrientes literarias: la teoría de la recepción y de la semiótica que ha tenido como máximo representante a Greimas.
Desde el enfoque psicológico también se emparenta con la teoría sociocultural de Vigotsky, del aprendizaje significativo de Ausubel y la teoría del aprendizaje por descubrimiento de Bruner.
En este caso nos interesa estudiar a la lectura desde la perspectiva de la lingüística textual que considera el contexto (que rodea al texto), la estructura textual que corresponde a cómo está organizado el texto, qué temas o subtemas plantea y cómo se han estructurado las oraciones estudiadas por la microestructura. No obstante lo complementamos con el componente crítico, creativo y esquemático de la lectura.

Palabras clave. Lectura, lingüística textual, estructura, tema, subtemas, microestructura.

1. Fundamentos de la lingüística textual
1.1. Fundamentación lingüística
La lingüística textual considera o toma en cuenta el contexto y no solo el texto o la oración como lo han realizado o enfatizado el estructuralismo y el generativismo.
Enfatiza en el estudio de la estructura textual y semántica o superestructura y macroestructura.
Estudia la microestructura que consiste en la predominancia de la frase nominal o verbal.

1.2. Fundamentación basada en la teoría sociocultural
También tiene su fundamento en la teoría sociocultural de Vigotsky. La lectura no es solamente un proceso psicológico o mental sino que también es una interacción social en la que se establece una relación: lector – texto- autor dentro de un contexto sociocultural determinado.

2. Propuesta de lectura
2.1. Superestructura
Seguimos los planteamientos de Van Dijk, quien es el lingüista que mejor ha tratado este tema desde “Texto y Contexto” y sobre todo en “La Ciencia del Texto”.
El autor antes aludido considera que “las superestructuras son estructuras globales que caracterizan el tipo de un texto. Por lo tanto, una estructura narrativa es una superestructura, independientemente del contenido (es decir: de la macroestructura) de la narración”.
Más adelante enfatiza: “una superestructura es un tipo de forma de texto, cuyo objeto, el tema, es decir, la macroestructura, es el contenido del texto. Se debe comunicar, pues el mismo suceso en diferentes “formas textuales” según el “contexto comunicativo”.
Entonces una superestructura es un esquema o estructura general acerca de la composición de un texto.

2.2. Macroestructura
En cuanto a la macroestructura sostiene que “da cuenta del contenido global de un discurso; el término microestructura denota la estructura local de un discurso, es decir la estructura de las oraciones y las relaciones de cohesión y de coherencia entre ellas”.
La macroestructura, como se centra en el tema, es fundamental para desentrañar el significado o contenido general del texto que puede ser expresada a través de una proposición. No obstante dentro de la macroestructura también se debe considerar los subtemas que lo podríamos considerarlos como microproposiciones.
La macroestructura está íntimamente ligada a la superestructura, mientras que la primera trata del tema, la segunda se refiere a las partes o estructura general del texto; podríamos sostener que la primera considera a la parte semántica y la segunda al esquema o estructura. También podríamos decir que de todas maneras primero debe darse la superestructura para luego se deduzca la macroestructura, no podría ser al contrario.
Asimismo debemos tener en cuenta el vínculo entre microestructura y macroestructura debe que consiste en una relación particular entre dos secuencias de proposiciones, es decir, en términos técnicos, una proyección semántica.
Las diversas macrorreglas según Van Dijk “producen macroestructuras textuales”. También transforman la información semántica según la óptica del lector quien es el que finalmente construye su propia macroestructura según sus experiencias o conocimientos previos que posee. Tienen carácter reestructurador y organizador de la información.

A continuación precisamos las macrorreglas:
a) Supresión
Eliminan algunas oraciones o proposiciones redundantes o innecesarias que no tienen mayor aporte a la macroestructura o tema.

b) Generalización
Una proposición sustituye a la secuencia original. Implica que se sintetiza la información o proposición por la que era más extensa dentro del texto.

c) Construcción
De una secuencia de proposiciones, se hace una proposición que denote al mismo hecho denotado por la totalidad de la secuencia de proposiciones y se sustituye la secuencia original por la nueva proposición.
En la práctica no todo usuario de la lengua aplicará las reglas de la misma manera. Cada lector u oyente encontrará pertinentes diferentes aspectos del mismo texto, según los intereses, deseos, conocimientos, normas y valores del usuario; éstos en conjunto definen el estado cognoscitivo contextual particular al usuario de una lengua en el momento que interpreta el texto.

2.3. Microestructura
Este nivel también opera en la esfera de las significaciones pero en vez de manifestarse de manera global, como el anterior, lo realiza en el nivel local o micro, que quiere decir en la estructura de las oraciones y las relaciones de conexión y coherencia entre ellas.
Aquí podemos reconocer las señales textuales de causa – efecto, condición – consecuencia, medio – meta, indicadores temporales como los adverbios o recursos de producción como ampliación, ejemplificación, evaluación, etc.
Si la macroestructura global opera como un todo, la microestructura opera como las partes que especifican el todo.

2.4. Componente crítico y creativo
La crítica es una evaluación objetiva del texto. Se evalúa las ideas y la estructura textual mostrando nuestros acuerdos y desacuerdos. Las discrepancias con las ideas planteadas por el autor deben ser sustentadas o fundamentadas. No se trata de plantear desacuerdos por el mero hecho de emitirlos.
En el aspecto creativo, el lector propone nuevas ideas respecto a las planteadas por el autor.

2.5. Esquematización de la información
La mente humana comprende aquello que está organizado. Después de la lectura es interesante esquematizar la información para poder visualizarlo de manera sintética. Se puede realizar a través de los mapas conceptuales, mentales, semánticos u otros organizadores.

Las fases de nuestra propuesta:
En la superestructura consideramos el contexto, la intención del autor, el tipo de texto y la finalidad. También la estructura general del texto (como lo propone Van Dijk).
El contexto explica cómo los participantes son capaces de adaptar (la producción y la recepción/interpretación) del discurso a la situación comunicativa-interpersonal-social. (Van Dijk, 2001: 71)




3. Aplicación del modelo en la lectura de textos
3.1. Análisis de un texto literario


“EL VENCEDOR” (César Vallejo)


UN INCIDENTE de manos en el recreo llevó a dos niños a romperse los dientes a la salida de la escuela. A la puerta del plantel se hizo un tumulto. Gran número de muchachos, con los libros al brazo, discutían acaloradamente, haciendo un redondel en cuyo centro estaban, en extremos opuestos, los contrincantes: dos niños poco más o menos de la misma edad, uno de ellos descalzo y pobremente vestido. Ambos sonreían y de la rueda surgían rutilantes diptongos, coreándolos y enfrentándolos en fragorosa rivalidad. Ellos se miraban echándose los convexos pechos, con aire de recíproco desprecio. Alguien lanzó una alerta:
­-¡El profesor! ¡El profesor!
La bandada se dispersó.
-Mentira. Mentira. No viene nadie. Mentira…
La pasión infantil abría y cerraba calles en el tumulto. Se formaron partidos por uno y otro de los contrincantes. Estallaban grandes clamores. Hubo puntapiés, llantos, risotadas.
-¡Al cerrillo! ¡Al cerrillo! ¡Hip!... ¡Hip!... ¡Hip!... ¡Hurra!...
Un estruendoso y confuso vocerío se produjo y la muchedumbre se la puso en marcha. A la cabeza iban los dos rivales.
A lo largo de las calles y rúas, los muchachos hacían una algazara ensordecedora. Una anciana salió a la puerta de su casa y gruñó muy en cólera:
-¡Juan! ¡Juan! ¡A dónde vas, mocito! Vas a ver…
Las carcajadas redoblaron.
Leonidas y yo íbamos muy atrás. Leonidas estaba demudado y le castañeteaban los dientes.
-¿Vamos quedándonos! –le dije.
-Bueno, -me respondió-. ¿Pero si le pegan a Juncos?...
Llegados a una pequeña explanada, al pie de un cerro de la campiña, se detuvo el tropel. Alguien estaba llorando. Los otros se reían estentóreamente. Se vivaba a contrapunteo:
-¡Viva Cancio! ¡Hip!... ¡Hip!... ¡Hip!... ¡Hurraaaaa!...
Se hizo una orden frágil. La gritería y la confusión renacieron. Pero se oyó una voz amenazadora:
-¡Al primero que hable, le rompo las narices!
-Voy a Juncos.
-Voy a Cancio.
Se hacían apuestas como en las carreras de caballos o en las peleas de gallos.
Juncos era el niño descalzo. Esperaba en guardia, encendido y jadeante. Más bien escueto y cretino y de sabroso genio pendenciero. Sus pies desnudos mostraban los talones rajados. El pantalón de bayeta blanca, andrajoso y desgarrado a la altura de la orilla izquierda, le descendía hasta los tobillos. Tocaba su cabeza alborotada un grueso e informe sombrero de lana, reía como si le hiciesen cosquillas. Las apuestas a su favor crecían. Por Cancio, en cambio, las apuestas eran menores. Era este un niño decente, hijo de una buena familia. Se mordía el labio superior con altivez y cólera de adulto. Tenía zapatos nuevos.
-¡Uno!... ¡Dos!... ¡Tres!...
El tropel se sumió en un silencio trágico. Leonidas tragó saliva. Cancio no se movía de su guardia, reduciéndose a parar las arremetidas de Juncos. Un puñetazo en el costao derecho, esgrimido con todo el brazo contrario, le hizo tambalear. Le alentaron. Recuperó su puesto y una sombra cruzó por su semblante. Juncos, finteando, sonreía.
Cancio empezó a despertar mi simpatía. Era inteligente y noble. Nunca buscó camorra a nadie. Cancio me era simpático y ahora se avivaba esa simpatía. Leonidas también estaba ahora de su parte. Leonidas estaba colorado y se movía nerviosamente, ajustando sus movimientos a los trances de la lucha. Cuando Cancio iba a caer por tierra, a una puñada del héroe contrario, Leonidas, sin poder contenerse, alargó la mano canija y dio un buen pellizcón a Juncos. Yo le dije:
-Déjalo. No te metas.
-¡Y por qué le pega a Cancio! –me respondió, poniéndose aún más colorado. Bajó luego los ojos como avergonzado.
La lucha se encendió en forma huracanada. A un puntapié trazado por Juncos, a la sombra de un zurdazo simulado, respondieron los dos puños de Cancio, majando rectamente al pecho, a las clavículas, al cuello, a los hombros de su enemigo, en una lluvia de golpes contundentes. Juncos vaciló, defendiéndose con escaramuzas inútiles. Corrió sangre. De una pierna de Cancio manaba un hilo lento y rojo. La tropa lanzó murmullos de triunfo y de lástima.
-¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo, Juncos!
-¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo, Cancio!
-¡Uyuyuy! ¡Ya va a llorar! ¡Ya va a llorar!
-¡Déjenlo! ¡Déjenlo!
Volaron palmas. Crujió un despecho en alto.
Cancio se enardecía visiblemente y cobró la ofensiva. De una gran puñada asestada con limpieza verdaderamente natural, hizo dar una vuelta a la cabeza contraria, obligando a Juncos a rematar su círculo nervioso, poniéndose a manos, a ciegas, contra el cerco de los suyos. Entonces sucedió una cosa truculenta. Un niño más grande que Cancio salió del redondel y le pegó a este y un segundo muchacho, mayor que ambos, le pegó al intruso, defendiendo a Cancio. Durante unos segundos, la confusión fue inextricable, unos defendiendo a otros y aquellos a estos, hasta que volvieron a oírse estas palabras de alerta, que pusieron fin al caos y a los golpes:
-¡El profesor! ¡El profesor!
Juncos estaba muy castigado y parecía que iba a doblar el pico. El humilde granuja, al principio tan dueño de sí mismo, tenía el pabellón de la oreja ensangrentado y encendido, a semejanza de una cresta de gallo. Un instante miró a la multitud y sus ojos se humedecieron. El verle, trajeado de harapos, con su sombrerito de payaso, el desgarrón de la rodilla y sus pequeños pies desnudos, que no sé cómo escapaban a las pisadas del otro, me dolió el corazón. Al reanudarse la pelea, di una vuelta y me pasé a los suyos.
Acezaban ambos en guardia.
-Pega.
-Pega nomás.
Juncos hizo un ademán significativo. El verdor de las venas de su arañado cuello palideció ligeramente. Entonces le di voz con todas mis fuerzas:
-¡Entra Junco! ¡Pégalo duro!
Le poseyó al muchacho un súbito coraje. Puso un feroz puñetazo en la cara del inminente vencedor y le derribó al suelo.
El sol declinaba. Había pasado la hora del almuerzo y teníamos que volver directamente a la escuela. A Cancio le llevaban de los brazos. Tenía un ojo herido y el párpado muy hinchado. Sonreía tristemente. Todos les rodeaban lacerados, prodigándole palabras fraternales. También yo le seguía de cerca, tratando de verle el rostro. ¡Cómo le habían pegado!
El grupo de pequeños avanzaba, de vuelta a la aldea, entre las pencas del camino. Hablaban poco y a media voz, con una entonación adolorida. Hasta Junco, el propio vencedor, estaba triste. Se apartó de todos y fue a sentarse en un poyo del sendero. Nadie le hizo caso. Le veían de lejos, con extrañeza, y él parecía avergonzado. Bajo la frente y empezó a jugar con piedrecilla y brizna de hierbas. Le había pegado a Cancio este Junco.
-Vámonos – le dijo a Leonidas, acercándose.
Juncos no respondió. Hundió su sombreo hasta las cejas y así ocultó el rostro.
-Vámonos, juntos.
Leonidas se inclinó a verle. Juncos estaba llorando.
-Está llorando – dijo Leonidas. Le arregló el estropeado sombrero y le asentó el pelo sobre la oreja donde la sangre aparecía coagulada y renegrida.

Aplicación:
Superestructura
El texto de Vallejo nos revela, a nivel de contexto, un ambiente conflictivo entre dos estudiantes, pero que representa a dos clases distintas: a una familia acomodada y otra pobre. Es un contexto en el que trasluce un conflicto social que también se ve reflejado en la educación como una mini sociedad.
La finalidad de Vallejo probablemente sea comunicarnos que la escuela es fiel reflejo de la sociedad donde se desarrolla o persisten los conflictos sociales de clase. Esto implica que va más allá del simple hecho de la pelea que narra el autor.
El tipo de texto es narrativo (cuento) en el que de manera simbólica se representa a través de la escuela a una sociedad fragmentada, conflictiva; en la que por más que sea victorioso el pobre en el fondo siempre sentirá su impotencia o inferioridad.

La estructura del texto se representa de la siguiente manera:


Macroestructura
El tema central, a nivel de textos narrativos, se infiere; en este caso se centra en el conflicto social que se ve reflejado en la escuela: entre familias acomodadas y pobres; los que tienen mejores condiciones de vida frente a quienes no lo tienen.
Los subtemas están planteados de la siguiente manera:
El rol del docente representa un punto de equilibrio entre las dos familias que se oponen socialmente o económicamente.
El otro punto o subtema es que de todas maneras las personas que tienen mayor poder económico o estatus social son los que predominan o se sobreponen en cualquier situación; con mayor razón si es en situaciones conflictivas.

Microestructura
A nivel de microestructura predomina las frases verbales porque se trata de acciones constantes que se producen: golpearon, dolió, puso, marcharon...Diríamos que los verbos predominan desde el inicio del conflicto hasta el final de este.
Los conectores que predominan son los de adición en la que se concatena la serie de sucesos que ocurren en el desarrollo del conflicto que es lo que predomina en la narración. Generalmente los tipos de conectores de adición son: y, también, etc.
El nivel de lengua que predomina en el texto es el coloquial que permite el acceso a todo tipo de lector, porque todos deben conocer lo que ocurre en la escuela como un símbolo del conflicto social o económico.
Se adecúa a todo tipo de lector, preferentemente a los que están involucrados en el ambiente escolar, social; asimismo a los críticos, específicamente a los del vate Vallejo que van en aumento geométrico.

Aspecto crítico y creativo
A nivel de estructura, Vallejo desarrolla la clásica: exposición, nudo y desenlace. A nivel de cuento abunda en exceso de detalles que a veces hacen perder el suspenso o la novedad de la historia. Es muy extenso el cuento y muy reiterativo a nivel del conflicto entre los protagonistas principales.
A nivel de temática no presenta mayor novedad porque trata acerca de un conflicto permanente entre las sociedades acomodadas y las familias pobres y que el punto de equilibrio lo tendría la clase de los docentes; aunque ahora estos últimos también, la mayoría, han pasado a formar la clase de los desposeídos. La novedad que presenta es que la escuela es un fiel reflejo de la sociedad; o que los estudiantes o los hijos también desarrollan o prolongan la vida o los conflictos como un problema social constante que se repite en cada generación; es decir las clases acomodadas se proyectan para seguir predominado con el paso del tiempo.
A nivel creativo proponemos que las personas que tienen o pertenecen a las clases pobres deben tener la oportunidad de sobresalir a través de la educación; esta debe ser un vehículo para que las personas mejoren sus condiciones de vida.

Esquematización de la información


Conclusiones
- La teoría de la lingüística textual permite comprender textos literarios.
- La teoría de la lingüística textual permite comprender de manera sistemática los textos.
- La teoría de la lingüística textual se convierte en estrategia para la comprensión de textos.
- Vallejo postula temáticamente el conflicto permanente a nivel de las clases acomodadas y pobres que también se ve reflejado a través de la escuela.
- Estructuralmente Vallejo presenta la estructura clásica de la narración: exposición, nudo y desenlace.

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